Parada en la 28 de Cota Cota, nítidamente señalizada con un cartel que dibuja una P. Varias personas se concentran en este punto. Algunas portan mochilas estudiantiles, otras van más ligeras de equipaje. Esperan el bus PumaKatari.
Después de 20 minutos, de pronto aparece en el horizonte del asfalto uno de los novedosos buses que circulan por la ciudad desde hace unas semanas. Está muy lleno y no para.
Aun así, no se borra la sonrisa de los futuros pasajeros, que rápidamente se disponen a bromear sobre las ganas que tienen de subirse a uno de los buses. El regocijo crece en el grupo cuando después de unos 10 minutos aparece un nuevo PumaKatari y está prácticamente vacío.
Ahora sí, van subiendo en orden y con rostros de expectación, como cuando se estrenan unos zapatos nuevos. "Es la primera vez que nos vamos a subir”, comenta una pareja de estudiantes. Y no añaden más. En sus manos alistan el pasaje de dos bolivianos para acceder a un nuevo concepto del transporte en la ciudad. Se sienten satisfechos.
Al volante, Mercedes Quispe. Una de las dos conductoras con las que cuenta el PumaKatari. Es una de las pocas mujeres que ejercen esta profesión en la ciudad. Recibe a los pasajeros también con una sonrisa, sin soltar el volante que conducirá hasta llegar a la plaza Camacho, la última parada de la ruta de la zona Sur.
Un torno de acceso se abre después de pagar al anfitrión y a la siguiente misión: encontrar asiento. Con pasajeros de pie y sentados, el PumaKatari se llena después de varias paradas.
Félix Choque utiliza este medio de transporte varias veces al día desde que comenzó a funcionar. "Lo que más me convence es que tiene paradas fijas y va por rutas que evitan las trancaderas. Con este bus puedo gestionar mejor mi tiempo”, cuenta.
Hay usuarios que afirman que en alguna ocasión les ha tocado esperar más de media hora en la parada, sobre todo en la franja horaria nocturna. Por el contrario, Choque asegura que nunca ha esperado más de 15 minutos.
Un acontecimiento hace que el anfitrión se levante rápidamente de su asiento: acaba de entrar al bus una mujer con su hijo en brazos. Se apresura a buscarle un sitio libre para que se siente.
Continúa el recorrido. Una ruta completa desde Chasquipampa hasta la plaza Camacho demora en torno a 60 minutos, dependiendo del horario. "La conductora es precavida”, observa Choque. También reconoce que es la primera vez que se sube a un transporte público pilotado por una mujer. Le sorprende pero nada tiene de extraño.
Como sus 248 colegas, la conductora recibió varios cursos de capacitación para conocer las características y el funcionamiento del bus. Fue un requisito para pasar el proceso de selección del puesto de trabajo, con el que confiesa que se siente "feliz y plenamente realizada”.
Mercedes aprendió a conducir a los 15 años y los pasados seis trabajó como taxista. Es la primera vez que maneja un bus.
Una de las pasajeras, Juana Mamani, no puede evitar el comentario: "¿Te has fijado que es una mujer la que conduce?”. Y remata: "Ya era hora de que las mujeres demostremos todo lo que sabemos y podemos hacer, porque ya no estamos en la cocina, como nos decían antes”.
También es la primera vez que se sube al bus PumaKatari y su conclusión es que "debería haber muchos más medios de transporte como éste, como pasa en otros países”.
Llega el final del trayecto. Mercedes echa el freno de mano en la parada de la avenida Camacho y antes de que comiencen a bajar los pasajeros se escuchan sus amables palabras de despedida: "Gracias, señores pasajeros, que les vaya bien”.
Los pasajeros rompen en aplausos y agradecimientos para la conductora, que no tarda mucho en disponerse a recibir nuevos usuarios para retornar al punto de partida.
De taxista a chofer del PumaKatari
Mercedes Quispe tiene 40 años y actualmente vive en Alto Sopocachi. Aprendió a conducir a los 15 años. "Siempre quise ser conductora”, reconoce la trabajadora que ha dedicado los últimos seis años a manejar un taxi.
Por eso conoce a la perfección las principales carreteras, así como las dificultades que se presentan en las vías de circulación de la ciudad. "Conducir el PumaKatari es casi igual que manejar un taxi, aunque por las dimensiones del bus lo más complicado es cuando me encuentro con vehículos mal aparcados en las esquinas”, cuenta.
Decidió vestir de pollera para llevar a cabo su trabajo "porque es mi forma de vestir y me gusta”. Al día transporta a cientos de pasajeros en el PumaKatari. Su lema siempre ha sido la amabilidad y el servicio con el usuario. A cambio recibe la misma respuesta.
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Friday, March 14, 2014
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