Sunday, October 20, 2013

Los taxistas manejan a su antojo las tarifas del servicio

El secreto para no ser sorprendido por la tarifa que cobrará un taxista al final del viaje es preguntarle el costo de la carrera antes de abordar el vehículo. Pero esa tarea requiere de paciencia, de hacer parar un vehículo y después otro, porque las diferencias serán abismales: ¿Por cuánto me lleva a la Virgen de Luján y séptimo anillo? “30 pesos”, dice uno, y justifica que allá el asfalto está desportillado. Otro, indica que va por Bs 25 y un tercero dirá después que por 20, pero de una vez, antes de que la hora pico se ponga en auge.

Esta es una crónica de varios viajes por el corazón, por los costados y por las extremidades más lejanas que tiene la capital cruceña. Varios recorridos sobre ruedas para conocer cómo se mueven y fluctúan los precios por los servicios de ese sector que está en la boca de la gente tras el anuncio que hizo la Alcaldía de implementar los taxímetros.

Las diferencias

Las tarifas menos caóticas corresponden a los viajes en el centro de la ciudad y mejor si se lo hace en radiotaxi. El cobro oscila entre Bs 10 y 12 si el viaje no pasa de un anillo al otro, de la plaza hasta el cine Center o hasta el mercado Los Pozos, por ejemplo. Si el chofer se quiere pasar de vivo, hay que decirle que llame a la central del radiotaxi y confirme el monto.

Eso hice el jueves. En cuatro oportunidades me subí a un taxi y, metido en la piel de pasajero, me sentí disconforme a la hora de que los conductores trataron de afectarme el bolsillo.

Ahora estoy dentro de un vehículo blanco y el conductor que está a mi lado tiene 35 años de vida, 15 de ellos los ha pasado sentado frente al volante, me cuenta. Después dirá que a mí me cobrará como a cristiano y que a veces se le va un poco la mano, especialmente con los que se muestran desesperados para llegar a un destino o que están bien vestidos.

A esta hora del día, aún no son las 16:00, y después de haber mirado el centro de la ciudad desde las ventanillas de varios vehículos, caigo en cuenta de que existe un caos en las tarifas del servicio. Dentro de un rato, cuando el sol ya se haya metido en un cielo encapotado, me toparé con choferes respetuosos que cobran lo justo, pero otros que le suben la tarifa de acuerdo con las circunstancias: si está lloviendo, si se va a un lugar peligroso, si es hora pico o si uno va a un boliche o solo a una calle particular.

En la avenida Cristo Redentor y segundo anillo hice parar ocho vehículos. A los taxistas les dije que quería ir a las cabañas del Piraí: uno me dijo que cobraba Bs 20, cuatro Bs 25 y tres Bs 28. Tomé al que me cobró más barato. Tras llegar al lugar, aguardé 15 minutos y al primer taxi que vi le dije que me lleve al Cristo y me dijo que lo haría por Bs 30.

También están los taxistas que salvan, que modestamente buscan a sus pasajeros y que regatean hasta conseguirlos. “Al Plan 3.000 te llevo por diez pesitos”, me dice uno, que está en la rotonda de la avenida Tres Pasos al Frente. En el trayecto me cuenta que es mejor hacer carreras baratas a no tenerlas, porque el vehículo sí o sí sigue girando y quemando combustible. Y eso, es plata perdida.

Los vidrios negros

Algunos vehículos tienen vidrios negros a los costados y una especie de visera oscura en el parabrisas. La justificación que dan los taxistas es que así los tienen para protegerse del sol. Pero los pasajeros argumentan que cuando ven un taxi con vidrios oscuros prefieren no subirse porque les genera desconfianza. Tal es así que en la Pampa de la Isla, cerca del matadero municipal, una mujer mira con desconfianza a un hombre que está frente al volante. Ella cree que tras los vidrios oscuros del taxi azul se esconde un maleante que a pocas cuadras de aquí puede atracarla.

“¿Tiene la viñeta de radiotaxi?, le preguntó y él dijo que la garantía estaba en que él trabajaba en un radiotaxi, con número telefónico a la vista y que no necesita ninguna viñeta para garantizar que no es un delincuente.

Chatarra sobre ruedas

Hay vehículos que no están en condiciones para prestar el servicio, se quejan varios pasajeros que están en las veredas de las calles. No se puede subir o bajar el vidrio de las ventanillas, no se abre la puerta desde adentro y hay que sacar la mano para hacerlo. Así se quejan y no es difícil confirmar tales acusaciones.

Solo hace falta subirse a algunos taxis y comprobar que también hay vehículos que tienen asientos destripados o que no les funciona el guiñador y cuando hay que girar a la derecha el chofer pide al pasajero sacar la mano. Y están los taxistas que alimentan el caos, los que tocan bocina y pelean por un espacio de la calle como si fueran ambulancias apuradas en llegar a un hospital para que no se muera el enfermo.

Pero también están los taxis y radiotaxis que son como un avión. Bien cuidados, limpios, con ambientador y hasta con aire acondicionado, un chofer bien vestido y música de ambiente. Todos ellos saben que existe una ordenanza aprobada por el Concejo que manda a taxis y radiomóviles utilizar taxímetros. Mientras hay choferes que observan la norma, los usuarios la aplauden porque creen que así se acabarán los cobros diferenciados

Santa cruz vista desde la ventana de un taxi

Una ciudad que corre hacia ninguna parte. Con sus calles sin señalización y algunas sin nombre y sin número. Un mundo loco en las horas pico, con trancaderas y toda la gente tratando de llegar a casa.

Las radios de los radiotaxis trabajan a full, buscando unidades para saciar la necesidad de moverse que tienen los pasajeros.

Así se ve Santa Cruz desde dentro de un taxi, desde el asiento de pasajero, desde donde se ve cómo una ciudad que vive agitada y soporta un sistema de transporte que le pellizca el bolsillo cada vez que puede.

De 15 pasajeros que el diario EL DEBER consultó sobre qué opina del servicio de los taxis, 10 dijeron que no se quejarían al pagar si es que los vehículos estuvieran en buen estado.

Los pasajeros

Evelín L.
Ejecutiva de cuentas
Se siente engañada
Debo tomar dos taxis porque cuando estoy en el centro no me quieren llevar hasta mi vivienda. Prácticamente vivo en un taxi y el 20% de mi sueldo se va en ese servicio. He cambiado varias veces de radiotaxis porque son avivados.

Hortencia Aramayo
Estudiante de ingeniería
Pararse firme
Cuando me cobran de más, yo no les pago. Les dejo el billete en el asiento y les digo que no tengo más. Algunos se me enojan y se quedan renegando. Pero a mí no me importa eso porque no estoy preocupada en ser amiga de ellos.

Los choferes

Gróver Espinoza
Chofer de taxi
El justificativo
Todo sube en este país y lo que sigue igual son las tarifas del servicio de taxi. Los pasajeros tienen que ponerse la mano al pecho que ya no pueden pagar por el servicio como lo hacían hace cinco años. Nos sentimos incomprendidos. Queremos tarifas justas.

Fernando Calderón
Chofer de radiotaxi
A PUNTO DE RENUNCIAR
Mire usted. Yo cambio llantas tres veces al año y cada mes tengo que comprar aceite de motor. No es solo en la gasolina o en el gas que uno gasta. Cada perno es plata. Ya no es negocio tener su taxi. Creo que este año más voy a seguir en el negocio y luego voy a renunciar.

Los datos

UNIFORMES EN LOS COLORES
Los motorizados también deben estar pintados con los colores verde y blanco, y contar con un registro y un código del propietario, chofer y el relevo del chofer.

La fórmula para el cobro
El ingeniero electrónico Mario Lanza, creador del tarifario, explicó que el taxímetro fija la tarifa aplicando una fórmula que combina tiempo y distancia. Se establece una tarifa básica de Bs 3 y por cada 100 metros que recorre el motorizado se acumula un adicional de 10 centavos y otros 10 centavos por cada 30 segundos.

Mantenimiento permanente
Los pasajeros y algunos expertos consideran que el aparato debe ser calibrado de forma periódica y contar con los sistemas de seguridad para que no sea susceptible de manipulación y engaño.

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