Como un retroceso ven los entendidos en vialidad la proliferación de minibuses en la ciudad o que llegan desde municipios vecinos hasta el centro cruceño.
Estas unidades no son adecuadas para el transporte público urbano, porque agravan el caos vehicular y son incómodas e inseguras para los pasajeros, coinciden el urbanista e investigador Fernando Prado; el ingeniero civil y experto en transporte público, Javier Mendívil, y el presidente de la Sociedad de Ingenieros, Carlos Gutiérrez.
De hecho, recordaron que en 1993, el mismo Concejo prohibió este servicio debido a desventajas tanto para la vialidad urbana como para el usuario.
“El problema con estas unidades es que no son para el transporte público urbano”, dijo Prado y argumentó que al ser vehículos pequeños, donde no caben más de ocho pasajeros, estos no tienen el espacio suficiente para bajar y subir cada 400 metros, como requiere una unidad del transporte público.
Similar es la explicación técnica de Mendívil. “Hay que entender que cuando hablamos de transporte público urbano nos estamos refiriendo a transporte masivo y, en esto, no caben vehículos con capacidad para ocho personas. Necesitamos buses que lleven más de 80 personas”, afirmó.
Gutiérrez agregó que con los minubuses no hay una optimización del espacio, por lo que agravan el caos vehicular. “En una unidad viajan solo ocho personas. Lo ideal es ir mudando a unidades más grandes, que operan también con un chofer, la misma cantidad de combustible y transportan más pasajeros”, aseguró Gutiérrez refiriéndose a la necesidad de modernizar el transporte público.
Se necesita un plan integral
A propósito del conflicto generado a raíz de la restricción del ingreso de los minibuses al primer anillo, para los entendidos el tema de transporte público debe ser abordado desde un punto de vista mucho más amplio, lo que significa que es hora de pensar en implementar un plan integrado de transporte público, que incluya la modernización de los micros (con unidades más grandes), el reordenamiento de las rutas y el reordenamiento de los otros servicios, como los trufis, taxis e incluso los minibuses.
Prado considera que medidas como las aplicadas en estos momentos con los minibuses suelen quedar en nada porque son una consecuencia de la ausencia del plan de ordenamiento.
Gutiérrez difiere en este punto con Prado y destaca la acción municipal emprendida, porque se está sentando un principio de autoridad en el ordenamiento de la ciudad
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