Saturday, January 7, 2017

Los “limpiaparabrisas” y los conductores, una riña diaria



Parado al lado de la calle, “Teto” (apodo) cuenta los segundos con los ojos sumergidos en el rojo, amarillo y verde del semáforo.

Estos colores ni por si acaso le inspiran amor por su patria, pues dice que su vida es dura y el patriotismo “es para los ricos”, “aquellos que pueden comprarse una bandera y ponerla en la puerta de su casa”.
“A mí la patria no me ha dado nada”, comenta, mientras corre con un pequeño haragán y se aferra al vidrio de un auto. De inmediato, un hombre de rostro impasible saca su mano y lo empuja. “Ya me lo han lavado”, le grita. Cabizbajo el adolescente vuelve a su posición inicial y nuevamente sumerge los ojos en el viejo semáforo.
Trata de ignorarnos, silba a su compañero del frente, le hace una seña con las manos y ambos se ríen tímidamente. El joven trabajador viste una chompa amarilla, descolorida de tanto uso, un pantalón café y unos zapatos negros casi blancos por el desgaste.
“Mi papá toma mucha bebida y mi mamá otras veces no llega a mi casa. Somos seis hermanos de los cuales trabajamos cuatro, los dos `chiquis´ estudian, porque nosotros, los grandes, les damos para sus útiles. Queremos que ellos estudien”, se anima a contarnos, mientras revela que al día gana cerca de 20 bolivianos.
Dice que en muchas ocasiones sólo recibe la mirada molesta de los conductores de vehículos particulares o del servicio público, mientras que otros le regalan una moneda, levantando el ánimo al pequeño trabajador. Pero esto también trae problemas, pues asegura que cuando lo tratan mal ha llegado a escupir el vidrio de algún auto.
“Nadie puede tratarnos tan mal, estamos trabajando, no estamos robando. Hacemos lo que podemos”, dice “Teto” con el ceño fruncido, como si reviviera aquellos malos momentos de los que nos habla.
La mayoría de las historias de vida de los limpiaparabrisas son similares en cuanto a lo adversas. Algunos fueron abandonados y otros escaparon de sus hogares para buscar una mejor vida lejos de la violencia.
Luis, apodado Chulo, nos comenta que se salió de casa cuando estaba bien pequeño, ya que su padre golpeaba mucho a su madre y a sus hermanos. “Desde entonces vivo en la calle que ha sido la mejor madre y padre que pude haber encontrado. Trabajo de limpiaparabrisas para ganarme la vida porque es lo único que se hacer”, cuenta.
“Mamila” (apodo), amigo de Chulo, también nos cuenta su historia. “Aquí la mayoría somos como una familia, le damos duro al trabajo y luego nos vamos a descansar”. Al preguntarle por el hogar se ríe, “hogar, ¿qué es eso?, nunca lo conocí y ni lo conoceré porque me abandonaron cuando estaba pequeño y unos cuates me cuidaron”, afirma.
Continúa diciendo que ha trabajado lustrando zapatos, voceando en micros y cargando bolsas hasta que llegó hasta donde está.
Sin embargo, cuenta que en este trabajo debe soportar el enojo de los choferes, quienes se molestan porque dicen que en vez de limpiar, ensucian más sus carros.

Los conductores
Es una mañana de jueves e innumerables vehículos recorren la avenida Víctor Paz. En menos de diez minutos los conductores de cinco de doce carros han impedido que un limpiaparabrisas asee sus vidrios.
“Ya me los han limpiado”, “Salí de aquí”, “No me rayes el auto”, son las principales frases que expresan, quienes se niegan a acceder al servicio de los adolescentes.
Pero una expresión que rompe con la tranquilidad del oficio surge de un conductor de una Toyota Land Cruiser: “¡Salí cochino!”, resuena. De inmediato el adolescente echa un balde de espuma sobre el vidrio del auto y se va corriendo tan rápido como puede.
Situaciones como ésta hacen que muchos de los conductores expresen su molestia ante el oficio de estos jóvenes. “Te quieren limpiar el parabrisas aunque tu auto esté recién lavado. El otro día se acercó uno de ellos y le dije que no lo limpiara, pero le valió y empezó a limpiar mi parabrisas. Le volví a decir que no, pero no entendió. Obviamente cuando terminó no le di nada, y éste se enojó y le echó jabón a los cristales y se largó. Yo sé que hay que trabajar de lo que se pueda, pero tienen que respetar la decisión de uno”, comenta Jorge Ruiz.
Empero, no es el único que tiene este tipo de percepción. Miguel Ángel también se considera víctima de los limpiaparabrisas: “Esta gente es de lo peor, no tienen educación. A mí que no me vengan con que no hay trabajo, sí hay trabajo, pero no les gusta tener horarios, ni jefes. Se van por el trabajo fácil y no se dan cuenta que al limpiar tu parabrisas a la fuerza maltratan tu carro y te molestan”, comenta.
De la misma manera, Fabiana afirma: “Una vez me insultaron por no dejar que limpien mis vidrios, por eso yo apenas los veo cierro todas las ventanas de mi auto”. Añade que ha tenido más de una mala experiencia de este tipo.
Lo que queda claro es que la batalla que se libra entre conductores de vehículos y limpiaparabrisas es cotidiana y parece ser un problema en crecimiento.

El desalojo del año 2013
A raíz de las denuncias realizadas por varios conductores de motorizados respecto a que los limpiaparabrisas consumirían marihuana, el personal de la Guardia Municipal realizó el 21 de noviembre de 2013 una requisa a las mochilas y bolsas de quienes trabajan en la esquina de las calles Sucre y 15 de Abril, sin encontrar nada ilegal, sin embargo, debido al presunto maltrato que darían a los conductores que rechazan sus servicios, se los desalojó del lugar.
Desde la Guardia Municipal informaron que eran reiteradas las denuncias realizadas en contra de las personas que hacen la limpieza de parabrisas, acusándolos de cometer atropellos en contra de los conductores de vehículos, así como de ser parte de actos ilegales.
Dentro de las denuncias registradas en la Guardia Municipal se tenía que algunos de los adolescentes y jóvenes estarían involucrados en robos de autopartes, de la misma manera, se les acusaba de que cuando algún conductor no permitía la limpieza de su parabrisas, éste era objeto de escupitajos.

¿Niños en situación de calle?

Según UNICEF, la temática de las niñas, niños y adolescentes en situación de calle (NNASC), es uno de los problemas sociales más complejos de Bolivia, que evidencia el estado crítico de esta población que varía e incrementa su complejidad de acuerdo al tiempo de permanencia de la misma en la calle.
A nivel nacional, las NNASC constituyen una población altamente vulnerable a una serie de riesgos como la explotación laboral, consumo de alcohol y drogas, delincuencia, trata y tráfico de personas, violencia sexual comercial y otros tipos de violencia; características propias de la vida en la calle. Su condición de población marginada hace que esta vulnerabilidad se incremente constantemente.

Los detalles del oficio en la ciudad

Ganancias
Los limpiaparabrisas afirman que ganan entre 20 a 30 bolivianos por día. Dicen que la mayoría de los conductores les da un boliviano por la limpieza.

Horarios
Estos adolescentes y niños trabajan durante el día, en un horario promedio, de ocho de la mañana a seis de la tarde.

Herramientas
La mayoría de los limpiaparabrisas poseen un balde o una botella plástica, un pequeño haragán, algún detergente y algunas veces un trapo.



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