Los choferes apelan a la conciencia ciudadana. Un anciano, una embarazada y una persona con capacidades diferentes que suban a un micro del servicio de transporte público en la ciudad, deben "pelear" con el resto de los pasajeros por un espacio, ya que no existe asientos de color diferente, que indiquen a los usuarios que está asignados preferencialmente para estos sectores.
Los choferes se limitan a responder que ellos piden a los estudiantes o jóvenes, que cedan el asiento. “Es un gasto que no todos pueden costear y nosotros no estamos obligados a hacerlo por que ninguna ley lo indica”, señala Mario Guerrero, dirigente del autotransporte en la ciudad.
Otro argumento. “Solo nos exigen que coloquemos adhesivos para ceder el asiento a los mayores o discapacitados”, responde Guerrero. “Los transportistas no están cumpliendo el compromiso asumido el 2013 para mejorar sus unidades”, recuerda Roberto Higazy, director de Tráfico y Transporte, del municipio de Santa Cruz.
Sin embargo, los choferes se escudan en la falta de organización del municipio que "permite que minibuses y trufis presten el servicio sin autorización, eso desalienta cualquier inversión", explica Guerrero.
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