Saturday, October 10, 2015

Las odiseas del transporte para la discapacidad

La mayoría pide buen trato de choferes y voceadores, además de mejores condiciones en los carros, de acuerdo a sus necesidades.

Si para las personas cuyos sentidos están en la plenitud de condiciones es complicado conseguir y abordar un vehículo de transporte público, para quienes tienen alguna discapacidad es una verdadera odisea porque todos los días tienen que atravesar por una serie de inconvenientes e incomodidades.

Personas ciegas, en silla de ruedas, con muletas, e incluso sordomudas deben planificar bien y con bastante tiempo si es que desean trasladarse de un lugar a otro, a cualquier hora del día.

Para Gastón Arce, un hombre que se quedó ciego hace varios años atrás, trasladarse de El Alto a La Paz tres veces por semana para realizar terapias es una pesadilla, más aún cuando empieza a oscurecer. “Para bajar me doy modos, pero para subir es el problema. A partir de las 18.00 todas las personas ya salen de sus trabajos y congestionan las calles y avenidas en busca de vehículos para retornar a sus casas. Yo trato de llegar a la avenida Montes antes que ellos para conseguir un minibús o micro pero todos están repletos y los que están vacíos se llenan rápido con las personas que corren en busca de un espacio, incluso me empujan sin tomar en cuenta que no veo”.



TRANSPORTISTAS INSENSIBLES. Según Gastón, los choferes y los voceadores evitan transportarlos. “Como no veo estoy pendiente de que lo que anuncian, pero muy pocos se animan a llevarme. Por esta razón es que a veces me quedo varias horas en la calle esperando a que disminuya el tráfico y llego a mi casa muy tarde”, dice.

Cuando Gastón se acerca a preguntarle al voceador, la mayoría de las veces recibe malos tratos. "Yo sé que está yendo a la Ceja pero me dice que no, o en tono de burla me señala con la mano a otro carro y me dice que suba a ése. Otras veces mueven sus cabezas negativamente y las otras personas les riñen, aunque igual siguen con esa actitud", manifiesta.

Adolfo Condori tiene similares inconvenientes y le molesta que los choferes quiten los letreros y “vean el rostro” de las personas antes de animarse a llevarlas. “Los conductores no nos tienen consideración. Las personas con discapacidad somos pasajeros como cualquier otro y no pedimos trato preferencial, sólo que respeten nuestros derechos porque somos independientes, que contribuimos a pesar de nuestras limitaciones. Los cambios de disco, trameajes y demás comportamientos afectan a toda la población, pero más a nosotros que debemos aguantar ese trato".



CLIMA. Los vientos, las lluvias y la nieve también afectan más de lo habitual a las personas con discapacidad porque no pueden acceder a un refugio de manera inmediata si es que están esperando un vehículo. “Si empieza a llover estamos arruinados porque no sabemos dónde cobijarnos. Sería diferente si hubiera orden en el autotransporte con puntos de parada en los que se respete la fila y se dé preferencia a los minusválidos. A pesar de todos estos problemas debemos darnos modos para sobrellevar nuestra discapacidad”, aseguró Luis, un muchacho de 17 años que perdió la vista cuando era niño.

A menudo escuchamos quejas de la gente en contra de los choferes cuando hay lluvias, granizo o nevada porque los carros “desaparecen” hasta que mejoran las condiciones.

“Los choferes son malos, no quieren que suba nadie, peor un discapacitado porque dicen que ensuciamos los asientos. No tienen consideración de las personas sanas y peor de quienes tienen discapacidad”, asegura.



VOCEADORES. Adriana es una mujer de 22 años que nació sin la capacidad de hablar ni oir, pero aún así trata de tener una vida normal. Gracias a la colaboración de una intérprete comenta que los voceadores de los minibuses son los que peor la tratan. "Cuando me cobran el pasaje veo que me gritan y hacen gestos ofensivos. Trato de hacerme entender pero se enojan. Les pido a los choferes y a sus ayudantes que sean más tolerantes porque nuestra condición no nos hace menos que nadie. Es una pena que haya gente tan ignorante que no se pone a pensar en el daño que pueden hacer a las personas discapacitadas".

Todos quienes se animaron a compartir su diario vivir y los problemas que tienen para conseguir un automóvil de transporte público, coincidieron en solicitar asientos preferenciales y un trato digno de los choferes y de la población porque en muchos casos no les seden los asientos y permiten que vayan incómodas de un lugar a otro. "Espero que pronto se acondicionen algunos vehículos públicos de acuerdo a nuestras necesidades. En los minibuses tenemos muchos problemas con los asientos que se doblan, tampoco hay una parada específica, entonces debemos esperar los autos donde sea", demandó Gastón Arce.



EJEMPLO DE SUPERACIÓN. A pesar de haber perdido la movilidad en ambas piernas, Marcos decidió seguir adelante superando día a día una serie de obstáculos. “Me levanto temprano y a las 06.30 ya estoy en el hospital para vender tarjetas de telefonía móvil, adornos, bolsas, pañuelos desechables y otros objetos más para ganar mi propio dinero. Me quedo hasta las 15.00 y luego vuelvo a mi casa para continuar con mi tratamiento”, señaló mientras se acomodaba para degustar un sándwich de carne fría.

Gracias al apoyo de los choferes de una empresa de radiotaxis Marcos llega al Hospital de Clínicas todos los días para ganar el sustento diario. “Los choferes bajan mi silla de ruedas, me ayudan a descender del auto y desde ese momento vuelvo a ser independiente. Tengo suerte porque otras personas que no pueden caminar sufren mucho para conseguir un carro, entonces prefieren quedarse en sus casas y esta determinación les afecta más en su autoestima.

Marcos considera al Hospital de Clínicas como su oficina y hace todo lo posible por cumplir con los horarios que él mismo se impuso. "Tengo que trabajar para tener mi propio dinero y satisfacer mis necesidades. Se siente lindo pagar con el dinero ganado con esfuerzo y es hermoso no depender de nadie".

Este alegre comerciante acude al hospital de lunes a viernes y los fines de semana se queda en su casa para descansar. “Estar tanto tiempo sentado me provoca algunas heridas, entonces debo quedarme para curarlas. Es incómodo permanecer todo el día en la silla”, dijo.

El vendedor pidió también a las autoridades de la Alcaldía que los nuevos buses Pumakatari lleguen hasta su zona (Bella Vista) y a otras más que están alejadas. "Para mí sería una bendición porque hay paradas, asientos preferenciales y permiten subir con sillas de ruedas. Ojalá el Alcalde pueda traer más buses. Hasta ahora no me subí a uno porque la parada es lejos, pero tengo la esperanza de que un día todos los vehículos públicos serán así, con buen trato y excelentes condiciones".



388,119

personas con discapacidad viven en Bolivia, según datos del Censo de 2012. Esta cifra aumenta cada año.



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